sábado, 14 de enero de 2012

Espinas con rosas.


-¿No estás ya cansado de estar malquerido?-
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Siempre tuve curiosidad por saber el motivo por el cual mi madre plantaba unas rosales tan grandes en el jardín de mi casa. Recuerdo que de pequeño cuando intentaba ver el cielo en la parte trasera de mi hogar, lo único que veía era una nube de rosas. Casi todas eran de color rosa, pero siempre había alguna rosa roja o blanca que se intentaba abrir paso entra las demás. Eran demasiado bellas y tristes a la vez. Su belleza era tan poco duradera como el paso de una estrella fugaz. Tan efímera como la felicidad.

Maldita la hora en la que mi madre se canso de aquel rosal gigante y decidió arrancarlo para dejar que la luz inundase el patio de casa.

Maldita.

5 comentarios:

David dijo...

A veces nos damos cuenta de lo que tenemos cuando ya no lo tenemos. Piensa que siempre te quedará ese recuerdo :)

Javier Sendín dijo...

Triste historia, esa vista del rosal debía ser mágica.

Mariana Glez dijo...

El texto me es uno poco nostálgico,la fotografía muy linda <3

Peter Sposito dijo...

Me gusta mucho el collage, y el texto...mas!

Peter S.

Sergio dijo...

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